CONFLICTOS ENDEMICOS


Por: GILDARDO ALBARRACIN TOBAR


LOS CONFLICTOS ENDEMICOS


Una cosa de nunca acabar


Debemos entender por conflicto endémico, a aquel que, afectando cualquier tipo de patrimonio, deviene en una dinámica cíclica, desarrolla en un periodo prolongado de tiempo, sin alcanzar algún tipo de resolución, y durante el cual, los actores en pugna, desarrollan estrategias de acumulación favorecidas por la existencia existente del conflicto. Condiciones que desaparecerían con la finalización del mismo en un periodo infinito de tiempo. En Colombia abundan los ejemplos: la reforma política, la eliminación de la corrupción, la legalización de la droga, la paz, el narcotráfico, el modelo neoliberal, la fumigación con glifosato, la guerrilla, etc...


En cada uno de esos casos se expresa un conflicto endémico, sin resolver, donde cada uno de los actores que ha intentado hacerlo se ha empecinado en su propia visión, o a la inversa, ha evadido el problema de fondo para no mezclarse en la polémica. se han sucedido los aportes de los gobiernos local y nacional, de la universidad, de los partidos políticos. De las ONGs, empresarios locales. Productores rurales, y muchos otros. Sin soluciones claras a la vista se repite las declaraciones de todos estos sectores.

Es indispensable quebrar el círculo vicioso de los conflictos endémicos, estableciendo concesiones mutuas en ámbitos de negociación que sirva para avanzar. En ello hay por lo menos dos aspectos muy importantes: Uno, referido al valor de ejemplo, o sea la demostración de que los cambios sean posibles, y otro, obteniendo realmente mejoras concretas y soluciones efectivas a los problemas que padecen los ciudadanos.

Esta postura requiere de la incorporación de diversos sectores de pensamiento e interés a un espacio que busque cambios reales y promueva la concertación y la vinculación plural. Medidas concretas y específicas, aunque para algunos puedan resultar modestas, y que seguramente no solucionen los problemas de fondo, pero que sirven para romper el cerco del inmovilismo permitiendo sumar experiencias hacia la solución de los problemas de fondo.

Los instrumentos de participación ciudadana deberían poseer la posibilidad de discurrir independientemente del Estado, del poder político partidario y del mercado. Esto no significa anular ninguno de esos ámbitos, ni tampoco sustituir los roles o papeles que cada uno de ellos expresan en las sociedades modernas, por el contrario, lo que se pretende es asegurar mecanismos que eviten su condicionamiento a la lógica de alguno de ellos.


las políticas de desarrollo sustentable dejan en claro que, tanto el gobierno como el mercado, deben estar bajo regulación social. Estas medidas deberían poder mantenerse por sí mismas y por lo tanto, debe asegúrarseles cierta autonomía política financiera. Sus objetivos deben ser claros, fáciles de implementar y con un marcado contenido institucional.

También deben asegurársele un marco normativo moderno que permita realmente que los ciudadanos puedan participar en la vida pública. Algunas de la experiencias que han dado resultado en otras partes combinan diversos mecanismos y herramientas de gestión, con ciertos principios de participación ciudadana. Dentro de los que la figura del "Ombusman" como el defensor del ciudadano, la realización de acciones de desobediencia civil, que aseguren mecanismos de control ciudadano y corrección de la gestión pública, el acceso público a la información. Ayudando a romper con la discrecionalidad de los secretos de la administración pública y la posibilidad de realizar audiencias públicas convertidas en mecanismos independientes de la discrecionalidad del gobierno con carácter legalmente vinculante y aplicadas a un conjunto amplio de demandas. Permitiría general espacios efectivos de participación.

Finalmente. La posibilidad de que la ciudadanía pueda ejercer el control de ciertas actividades de control y cogestión. El desafió de transformar ciertas formas de participación distorsionada o limitada se nos presenta cada vez con más urgencia y mucho más si se piensa en los desafíos crecientes de buscar un desarrollo alternativo.

Sin lugar a dudas, los temas y problemas referidos a la participación ciudadana ocupan los primeros lugares de importancia para la gran mayoría de los partidos políticos y para la gran mayoría de los movimientos sociales. Quizá por este motivo muchos de los análisis que se han realizado en Colombia sobre los límites a la participación ciudadana y la generación y desarrollo de conflictos sociales, terminan transformándose en discusiones bizantinas con ataques y defensas. Idas y venidas que tienen por objetivo, la mayoría de las veces presentar a sus partidos políticos como los que "verdaderamente" asegurarán el éxito en la participación popular.


Sin embargo, no ha recibido la atención que merece el hecho de que en todas las corrientes partidarias se expresan algunas conductas que terminan frenando y condicionando la participación social. Tanto una parte de la derecha, como algunos sectores de la izquierda, apelando a diferencia estratégicas. Utilizando distintos medios y a partir de valoraciones muchas veces opuestas, terminan por frenar la participación ciudadana ascendente y en no pocos casos, el resultado de esas prácticas cristaliza conflictos que hacen endémicos.

Por otra parte, cierta porción de la izquierda sostiene una posición en la que la participación es reducida a la movilización y a la protesta pública del tipo tradicional. A la movilización de masas le sigue, en el mejor de los casos, la negociación de cúpulas en una rutina a la que incluso cierta porción de la izquierda parece oponerse, desvalorizado la importancia de la negociación como instrumento posible para resolución de algunos conflictos.

Mi énfasis está puesto no en la existencia de ambos procesos, que considero útiles, sino en la sucesión lógica que toma los mismos, generando las condiciones para una negociación política posterior y habitualmente separada en el tiempo de la protesta masiva.

Si bien en la movilización se busca las más amplias convocatorias, los ciudadanos "de a pie" no logran incidir en los espacios de negociación, que quedan reservados, tanto en contenidos como en su tramite, aun grupo pequeño líderes. La puesta en marcha de mecanismos de este tipo, parecería enfatizar más 'la forma' que los 'contenidos', como si para algunos sectores la movilización fuese el mejor camino para la acumulación en detrimento la solución efectiva de los conflictos planteados. Cierta porción de la derecha insiste en encauzar la participación por medio de frenos y controles. A este tipo de participación sólo pueden acceder grupos ya organizados (cuando no corporativos), con ciertos niveles de estabilidad, estructuración interna y sobre todo perseverancia. Apelando diversas fundamentaciones, desde su competencia técnica hasta el temor de populismo desbocado, se defiende la idea de una participación controlada.

Los brotes ciudadanos autónomos generalmente son mas vastos. Realizándose esfuerzos para minimizarlos o encauzarlos hacia espacios controlados por las instituciones estatales. Acentuando aún más esa tendencia, algunos presentan el movimentismo de protesta como un objetivo totalizador e irreductible, pasando a inhabilitar los espacios de negociación, 'la forma' puede pasar a convertirse en un fin en sí mismo. Es así que se insiste en que la protesta debe continuar y se deja de lado la negociación para alcanzar la solución de los conflictos. Con esto no se esta negando ni el papel que puede cumplir los líderes ciudadanos o los representantes de grupos sociales, ni tampoco la importancia que, la movilización masiva y la protesta ciudadana tienen en la obtención de logros que, de otro modo. Difícilmente se alcanzarían.

Por el contrario, lo que se señala es la brecha existente entre el discurso de muchos líderes reclamando mayores espacios y mecanismos de participación, control y codecisión en ámbitos estatales y los procedimientos que se siguen hacia el interior de esos movimientos.

Sea por el encauzamiento de la participación, como por el énfasis de la protesta movimentista. En muchos casos se generan conflictos endémicos vueltos una y otra vez a la escena pública o mantenidos en una especie de aletargamiento continuo.

Tanto algunos sectores de la derecha, del centro como otros en la izquierda, parapetados en diferentes posturas políticas y filosóficas, parecerían no estar dispuestos a aceptar formas genuinas de participación que sean canales y procedimientos autónomos, expresiones de la desobediencia civil, propia de una sociedad madura.


Tal como lo exprese en el titulo del artículo, los conflictos endémicos son una cosa de nunca acabar; por tal razón, cuando uno se va a meter a liderar la solución de este tipo de conflictos, debe tener además de todas las habilidades y destrezas de un negociador y solucionador de conflictos, tres especiales condiciones: vocación de mártir, perseverancia y mucha paciencia.




BIBLIOGRAFIA

Maestría de Administración de Empresas - Dr GILDARDO ALBARRACÍN TOBAR

HABILIDADES GERENCIALES - NEGOCIACIÓN Y SOLUCIÓN DE CONFLICTOS